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Con la llegada de la pandemia, los despachos de abogados han tenido que actualizar su forma de trabajar y optar por el teletrabajo teniendo en cuenta sus pros y contras

La distribución del capital humano es un hecho que está afectando a cientos de compañías en la actualidad. Los despachos de abogados no son una excepción. El sector legal se ha adaptado a la pandemia y al auge de la transformación digital y ha normalizado el trabajo remito y el modelo híbrido de trabajo presencial y telemático.

 La pregunta repetida en muchas organizaciones es la siguiente: ¿sobrevivirá el trabajo remoto?

Numerosos estudios confirman que los empleados están a favor de poder trabajar desde sus hogares. De acuerdo con la entrevista realizada por la firma internacional CBRE, el 85% de los participantes están interesados en trabajar desde sus hogares entre dos a tres días a la semana. 

A su vez, esta encuesta aporta análisis interesantes: más del 90% de los participantes (empleados y directivos) consideran que el trabajo remoto aumenta la productividad. Por otra parte, un 60% considera que también es beneficioso volver a trabajar a la oficina, siendo los motivos principales por el aumento de la colaboración y el fomento de la sensación de comunidad entre los trabajadores.

La pervivencia del teletrabajo puede aportar un paradigma totalmente distinto al vivido antes de la pandemia: la posibilidad infinita de contratar talento. Esto quiere decir que, al prescindir de la obligatoriedad de la presencialidad de los trabajadores, las firmas de abogados podrán contratar a nuevos abogados que vivan en diferentes ciudades o países. 

Si bien es cierto que por medio del trabajo remoto las empresas han de repartir de material tecnológico a sus trabajadores (ordenadores y aplicaciones), estas se ahorran un coste manteniendo amplias oficinas, así como que se ahorran una gran cantidad de desplazamientos (ya sea en el movimiento de los trabajadores de sus hogares a sus oficinas, como el realizado para acudir a las reuniones). 

Fuente: Freepik

A pesar de todos los beneficios que conlleva el teletrabajo, también genera incertidumbres:

Falta de conexión humana

En caso de que varios o todos los empleados trabajasen desde sus hogares, ello implicaría que las reuniones serán de forma telemática, lo que supone un riesgo a la comunicación entre compañeros de trabajo.

Falta de formación tecnológica

Todos sabrán trabajar desde sus casas, pero hay herramientas tecnológicas que, quizás, no controlen o dominen a la perfección. Especialmente aquellas que se apoyan en la Inteligencia Artificial o en el blockchain. Los empleados han de recibir una formación previa.

Falta de feedback

Las relaciones entre trabajadores de una misma organización se basan, principalmente, en la confianza y en el respeto. Para un directivo es primordial conocer cómo se encuentran sus empleados, su productividad y en qué puede ayudarles a ser mejores profesionales. 

Con el teletrabajo, es posible que se haya perdido esa confianza y cercanía que pueden dar las reuniones grupales o individuales presenciales. La comunicación directa e improvisada se pierde, lo que es un problema para los directivos en el largo plazo, ya que es más costoso conocer el ánimo real de sus trabajadores.

Los retos existen en todas las firmas, ya establezcan un régimen de trabajo remoto o trabajo presencial. Son los directivos y responsables de los departamentos quienes han de garantizar, en cualquier caso, una comunicación y coordinación completos entre todos los empleados. 

Las nuevas tecnologías posibilitan la posibilidad de trabajar desde diferentes puntos del mundo, pero han de velar también en conectar humanamente a los equipos de trabajo.