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La OMPI testea “WIRO PROOF” que ofrece a los usuarios un método seguro y de confianza para verificar la identidad y fecha de los soportes digitales 

Mientras el mundo se aísla, la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) se dedica a lanzar un servicio que pretende revolucionar la administración y protección de la propiedad intelectual. Denominado "WIPO PROOF", el servicio permite a cualquier persona, en cualquier lugar, crear una "huella digital" encriptada de un archivo que puede servir de prueba de la existencia e identidad del mismo. La huella digital se almacena en los servidores de la OMPI, mientras que el usuario obtiene un token digital para desbloquearla cuando y si es necesario. 

El objetivo es ofrecer a los usuarios un método internacional, seguro y de confianza para verificar la identidad y la fecha de los soportes digitales, simplificando la resolución de litigios. WIPO PROOF está pensado para aplicarse a obras creativas, diseños, secretos comerciales, conocimientos técnicos, métodos y datos de investigación y otros activos digitales como contratos inteligentes o código fuente.

Nótese que, a diferencia de los derechos registrados (como las patentes, las marcas y los diseños registrados), las formas de propiedad intelectual a las que se dirige WIPO PROOF no suelen incluir un proceso de registro formal. Estos procesos, a su vez, tienen el efecto práctico de eliminar algunas de las variables que rodean a las disputas antes de que se pueda tratar su contenido. Teniendo esto en cuenta, parece que una de las intenciones de un servicio como WIPO PROOF es convertirse en una especie de registrador no oficial de la propiedad intelectual que de otro modo no podría registrarse.

Sin embargo, aquí se encuentra una mosca bastante importante en esta agradable pomada. Esto se debe a que, a mi entender, es muy raro que la fecha de producción y la identidad de una determinada pieza de PI sean lo específico, que es el pivote central sobre el que giran los casos relacionados con la propiedad. En su lugar, las cuestiones en juego suelen girar en torno a las condiciones contractuales (o a la falta de ellas) y a cuestiones como quién tiene derecho a reclamar la autoría o quién puede haber tomado posesión y/o control de una determinada pieza de PI de forma ilícita. 

En lo que respecta a la creación de programas de ordenador, por ejemplo, el autor (es decir, la persona que posee el programa y puede ejercer derechos en relación con el mismo) es la persona "que ejerció el control sobre la realización del programa de ordenador". Se trata de una investigación importante, que implica la presentación de pruebas sobre las circunstancias en las que trabajó el programador, a quién rendía cuentas y bajo qué dirección se encontraba en ese momento, todo lo cual no puede ser captado por un sistema como WIPO PROOF. 

En los casos de competencia ilícita, por su parte, la investigación suele girar en torno a cuestiones de tergiversación -por ejemplo, cuando un posible competidor afirma que es el propietario legítimo de un producto o servicio cuando en realidad no es así, o cuando intenta hacer pasar su propio producto o servicio por otro para aprovecharse de un rival más ilustre- o de apropiación indebida de información confidencial. 

Esto último es claramente un terreno más fértil para un servicio como WIPO PROOF, junto con enfoques ya existentes como el mantenimiento de documentos importantes en custodia, el uso de un servicio de almacenamiento de documentos y el mantenimiento de copias de seguridad electrónicas completas de documentos e información.

Como tal, un sistema como WIPO PROOF debería considerarse más como una especie de producto de higiene legal que como una cura para los problemas de propiedad y pruebas. Es bueno, por supuesto, practicar la higiene legal: asegurarse de que todas las relaciones comerciales están escritas, son contractuales y son aceptadas por las partes implicadas; mantener cuidadosos registros y copias de seguridad de todos los documentos comerciales; y gestionar las relaciones entre empleadores y empleados de forma organizada y legal. 

La cuestión va más allá de espolvorear un poco de codificación y verificación (por muy sofisticada o autorizada que sea) sobre la propiedad intelectual existente en una empresa. Por el contrario, debería formar parte de un sistema completo de gestión de la propiedad intelectual.