A principios de este mes, Chartered Institute of Arbitrators (CIArb) publicó unas directrices sobre el uso de la tecnología en el arbitraje internacional.

El CIArb es un organismo profesional que representa a los profesionales del arbitraje y la resolución alternativa de conflictos en todo el mundo. Es una voz influyente en el arbitraje, por lo que las directrices son de lectura esencial.

Las directrices ayudarán a todas las partes interesadas en el arbitraje internacional a conseguir un proceso arbitral más eficiente, rentable y respetuoso con el medio ambiente. También garantizarán que la adopción de la tecnología no comprometa el desarrollo justo y seguro de los procedimientos.

Un buen momento

La publicación de las Directrices marco sobre el uso de la tecnología es oportuna, ya que aborda la creciente adopción de la tecnología en los litigios y las preocupaciones relacionadas con la equidad y la seguridad del proceso arbitral.

Las directrices son menos prescriptivas que otras directrices de la CIArb. Abarcan los principios que todas las partes interesadas deben observar en relación con la adopción de la tecnología en la conducción de los procedimientos, y también especifican un conjunto de mejores prácticas en materia de ciberseguridad.

El enfoque del CIArb va directamente al grano y demuestra la excelente calidad del grupo de redacción.

El uso de la tecnología en la resolución de litigios es un asunto en evolución, en el que tanto los profesionales como los proveedores de tecnología jurídica están en constante desarrollo. El progreso es tan rápido que cualquier intento de regular este espacio de forma demasiado rígida dejaría rápidamente obsoletas las directrices.

Además, las normas institucionales, las leyes aplicables y las circunstancias particulares del arbitraje pueden determinar diferentes formas de tratar este tema por parte del tribunal arbitral.

Algunas precisiones

Las directrices reconocen correctamente los principios que deben observar todos los participantes en el arbitraje, como el uso proporcionado, justo y transparente de la tecnología.

También establecen una interesante distinción entre "tecnologías utilizadas por las partes para un propósito común dentro de un arbitraje" y "tecnología utilizada privadamente por una parte".

Mientras que la primera funcionaría bajo los poderes y deberes de los árbitros, la segunda quedaría, en principio, fuera de la supervisión del tribunal, a menos que la adopción privada de una tecnología concreta por una parte pudiera afectar a los derechos de otras partes o comprometer la equidad procesal.

Otro de los puntos delicados de las directrices es la importancia que se otorga a la ley de la sede del arbitraje para orientar los límites del uso de la tecnología dentro de un arbitraje, incluyendo, por ejemplo, los laudos firmados electrónicamente.

Aspectos esenciales de la ciberseguridad

Por último, las directrices aportan un marco esencial para la ciberseguridad y las mejores prácticas que deben adoptar las partes, los responsables de la toma de decisiones y todos los implicados en el arbitraje internacional.

La gestión de los datos, las contraseñas seguras, el cifrado y la autenticación multifactorial o el inicio de sesión único son elementos cruciales para preservar el entorno de las disputas en línea y garantizar que sólo las personas autorizadas accedan a la información y los documentos.

Esto es relevante no sólo para el arbitraje internacional, sino para cualquier forma de resolución de disputas, incluyendo los litigios.

Además, las orientaciones prácticas sobre el uso de la Internet pública, el acceso a los dispositivos y el reconocimiento de los correos electrónicos de suplantación de identidad informan sobre el comportamiento de los nuevos usuarios, al tiempo que recuerdan a los expertos en tecnología que nunca debemos bajar la guardia.

Este artículo se publicó originalmente en Opus 2.